domingo, 19 de marzo de 2017

QUEMADURAS ELECTRICAS


INTERNADO DE MEDICINA
EICOL JONATHAN RIOS CHAPILLIQUEN
HOSPITAL JORGE REATEGUI DELGADO
PIURA – 2017

QUEMADURAS ELÉCTRICAS

El 3% de las quemaduras son eléctricas. Las lesiones producidas por electricidad varían en función de distintos parámetros: de la resistencia de la piel y mucosas, del tipo de corriente eléctrica y de la frecuencia y duración del contacto. Las de bajo voltaje dan lugar a quemaduras más leves, que semejan a las producidas por agentes térmicos.
Se diferencian de las térmicas en que aunque la afectación cutánea sea escasa no implica que no exista afectación de tejidos internos.
Las complicaciones que se pueden producir son disrritmias, tetania muscular, edema por destrucción tisular, o fallo renal por depósito de mioglobina.
Se debe realizar en las pruebas complementarias un ECG y un sedimento urinario con determinación de mioglobinuria.
En el tratamiento se instaura fluidoterapia IV paran forzar diuresis con alcalinización de la orina para evitar el depósito de mioglobina en los túbulos renales. Además puede ser necesaria la realización de escarectomías y fasciotomías (1).

El trauma eléctrico puede ocurrir por contacto con un cable eléctricamente activo o con un rayo, clasificándose el mismo en lesiones por bajo voltaje para aquellas de menos de 1000V y lesiones por alto voltaje para aquellas de más de 1000V. Posee una incidencia poco despreciable siendo una causa frecuente de lesión por un fenómeno natural. Diferentes factores entre ellos el tipo de corriente, la resistencia de los tejidos, la duración del contacto, el voltaje, y los factores ambientales definen la gravedad y extensión de las lesiones que produce. Los tejidos afectados con mayor frecuencia son los nervios, vasos, hueso, músculo y piel siendo prevalentes las quemaduras, arritmias, parestesias y otros daños a los sistemas nervioso y cardiovascular. A pesar de tener una mortalidad baja, la lesión difusa causada por el trauma eléctrico deriva en una importante cantidad de secuelas a corto y largo plazo que se presenta en un alto porcentaje de los sobrevivientes y que, debido a su sintomatología inespecífica podría resultar difícil de identificar y diagnosticar (3).


Manejo de heridas

En casos de quemaduras que afecten el espesor total de la piel, el desbridamiento quirúrgico de las heridas comienza típicamente tres días después de la quemadura , dado que una adecuada delimitación entre el tejido muerto y el viable es difícil de discernir durante las primeras 24-72 h de la quemadura.
Se debe remover todo tejido necrótico, mientras aquel tejido de cuestionable vitalidad se reevalúa cada 2-3 días hasta que el cierre de la herida se alcance.
El desbridamiento de todo tejido desvitalizado debe hacerse antes del cierre de la herida, porque la presencia de tejido necrótico contaminado bacteriológicamente en una herida cerrada tiene un alto riesgo de desarrollar sepsis. La progresión clínica de la necrosis tisular es la principal guía que indica la necesidad.
El desbridamiento conservador y cierre definitivo de la herida tan pronto sea posible, cuando las condiciones de la herida sean las adecuadas, mediante injertos de piel o colgajos locales dan los mejores resultados funcionales.
En los periodos entre desbridamientos, la herida debe estar cubierta, ya sea por aloinjertos, xenoinjertos, apósitos o manejada mediante terapia de presión negativa, manteniendo un adecuado ambiente que favorezca el proceso de cicatrización, lo que lleva a la preparación del lecho y mejora los resultados al hacerse el cierre definitivo (2).



REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1.     Carrillo Esper R, Peña Pérez C, De la Torre León T, Espinoza de los Monteros Estrada I, Rosales Gutiérrez A, Nava López J. Estado actual sobre el abordaje y manejo del enfermo quemado. Rev Asoc Mex Med Crit y Ter Int. 2014;28(1):32-45
2.     Peñalba Citores A, Marañon Pardillo R. Tratamiento de las quemaduras en urgencias. Sección de Urgencias Pediátricas. Julio-octubre 2010.Cap 22. Pag 199 – 204.

3.     Ávila Darcia S,  Solís Flores W. Trauma  Eléctrico. Medicina Legal de Costa Rica. Marzo 2016. Vol. 33 (1).

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